Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Una charla con...

Ruy Pérez Tamayo: Proporcionando conocimiento a través de la Patología y de la Divulgación Científica.


Por: MCS Silvia Patricia Pérez Sabino / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


“Soy originario de la ciudad de Tampico, Tamaulipas, pero el ambiente de mi casa, las tradiciones y todas las ideas son yucatecas y me siento yucateco porque nací tres meses después de que mi madre llegara de Mérida, Yucatán. Mi padre llegó a Tampico a probar su suerte como violinista, porque en Mérida donde vivían y nació mi hermano mayor no había mucha demanda para el tipo de música que mi padre tocaba, que era la música clásica; pero un compañero y amigo de él se había ido a Tampico y le escribió diciéndole que ahí había mucho más movimiento y dinero, pues era la época del boom petrolero en 1924 con la compañía de petróleo El Águila.
         Mi padre no quería dejar Mérida, pero finalmente se fue y le empezó a ir mejor y mandó por mi madre, quien llegó embarazada de mí, yo nací el 8 de noviembre de 1924. En el año de 1933, salimos de Tampico cuando yo tenía 8 años, porque hubo un ciclón, que acabó con Tampico por lo que nos fuimos a la ciudad de México como damnificados, perdiendo lo poco que teníamos.
Nos quedamos en la ciudad de México a vivir en la casa de una tía, hermana de mi papá y al día siguiente el salió a buscar trabajo de violinista, encontrando porque traía muy buenas recomendaciones y, entonces empezó a tocar en la filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, que estaba empezando entonces, él estaba entre los primeros violinistas, después de eso empezó a hacer programas de radio, como anunciador para completar su presupuesto, posteriormente dejó de tocar el violín porque le empezó a ir mejor trabajando en la XEW”.
          Parecieran estos párrafos extractos de una novela histórica que versa sobre temas reales. Sin embargo, es el inicio de una gran charla con el médico, académico, investigador, ensayista y divulgador científico, Ruy Pérez Tamayo, misma que se llevó a cabo en su oficina en el Hospital General en el Departamento de Medicina Experimental de Facultad de Medicina de la UNAM que dirige, quien nos compartió lo siguiente:

H. Doctor Ruy Pérez Tamayo ¿sus padres eran de Mérida?
RPT. “Absolutamente y todos los ancestros, desde el primer antropoide que se bajó de una ceiba en Yucatán. Fuimos 4 de familia: mi hermano mayor, que ya falleció, era médico igual que yo, luego un hermano menor que también es médico y vive en Estados Unidos pero también no está muy bien de salud y una hermanita que ya es abuela. Fuimos médicos, entre otras razones, porque los libros de medicina eran caros y mi hermano mayor entró a medicina y, yo quería ser como mi hermano mayor, lo que fuera... si él hubiera sido bombero, yo hubiera sido bombero, pero él quiso ser médico entonces yo me metí detrás de él, me llevaba un año, entonces usé sus libros y ya no tuve que comprar y mi hermano menor me siguió a mí y tuvo los mismos libros, salió más barato tres por uno”.

H. ¿Entre sus familiares hay otros médicos?
RPT. “No, nuestra generación fue la primera. Había músicos, había mucho interés en el arte pero cuando mi padre llegó a Tampico, entre sus amigos de cantina y de la bohemia, porque se juntaba mucho con ellos, había un médico joven, que estaba empezando su carrera que era el Dr. Alfonso G. Alarcón Martínez (1884-1953) y entonces veía toda clase de pacientes y atendió a mi madre cuando yo nací, se hicieron muy amigos mi padre y Don Alfonso y, la razón es muy interesante, porque mi padre versificaba con gran facilidad, a la menor provocación se ponía a escribir versos, tenía este don y el Dr. Alfonso G. Alarcón Martínez tenía un secreto deseo en su vida, él quería ser poeta y entonces se juntó con mi padre para ver si se contagiaba y congeniaron, no logró ser buen poeta, pero si era buen escritor. Don Alfonso también emigró a México y, siguió la amistad. Cuando ya era pediatra lo fui a ver porque él era un buen consejero y lo quise mucho y le comenté que había escogido ser médico y le dió mucho gusto”.

H. Doctor ¿cuándo inició sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México?
RPT. “Desde la secundaria me inscribí, desde Iniciación Universitaria y, he sido universitario los últimos 70 años de mi vida, nunca he dejado la universidad, pero como éramos muy pobres entonces aproveché una oferta que tenía la universidad, el rector era el doctor Gustavo Báez, él inventó que para las gentes que no tuvieran recursos y fueran a estudiar a la Universidad se pagará en forma diferida, la inscripción costaba 150 pesos de aquel entonces entre 1938-39 era un dineral, y éramos tres entonces nosotros aprovechamos, le daban a uno un papelito amarillo y, uno firmaba ahí, que lo inscribieran gratuitamente pero con el compromiso de que al terminar la carrera y empezara a ganar dinero, uno pagaba la deuda, eso era entonces un pago diferido. Yo hice mi carrera con pago diferido, pero en cuanto empecé a tener recursos fui a la Universidad a cubrir mi deuda con ella”.

H. Al concluir sus estudios de medicina ¿qué fue lo que hizo?
RPT. “Cuando iba a ingresar al tercer año mi hermano me aconsejó, que me inscribiera en Patología con Costero. Me decía: el Dr. Costero es un chaparrito español muy simpático pero sabe mucho, inscríbete con él y vas a ver que divertidas clases y, me inscribí con él y, en efecto, cambió mi vida. Era un seductor, un personaje increíble, tenía unos conocimientos enormes, él era de la escuela histológica española de Cajal, el era español refugiado, había llegado a México en 1939, entre los trasterrados y era profesor de la Facultad y profesor del Politécnico, lo había contratado el doctor Ignacio Chávez para que viniera a dirigir el departamento de su especialidad, de Patología en el instituto Nacional de Cardiología, que se construyó hasta 1945, entonces entre que llegó el maestro Costero aquí y se iba a Cardiología, estuvo trabajando en el Hospital General. Era un mago, era simpatiquísimo, en lugar de dar clases terciada como se suponía que debería darla, la daba diaria porque le gustaba. Le pagaban lo mismo, pero él decía que no podía vivir sin la cátedra y su salón estaba a reventar siempre, no nada más sus alumnos sino otros que ya habían llevado el curso nada más para ir a reírse porque contaba más cuentos que la propia materia, tenía una infinidad de cuentos y los contaba con una gran simpatía. Era zaragozano pero parecía andaluz. Al final del año, yo quería ser patólogo como él y empecé a trabajar con el Dr. Costero mientras seguía estudiando y todo el 4to, 5to y 6to año de la carrera trabajé en mis ratos libres y yo buscaba que fueran muchos en su laboratorio pues teníamos los mismos intereses y cuando terminé me recibí entonces él me dijo; por qué no consigue usted una beca para irse a perfeccionar en la misma especialidad. Conseguí una beca de la Fundación Kellogg en la Escuela de Medicina de la Universidad Washington en San Luis Missouri, EU de 1950 a 1952, me casé y me fui a Estados Unidos. Cuando regresé quise volver a trabajar con él al Instituto Nacional de Cardiología pero no había lugar, no había lugar por varias razones, pero la más importante es que yo había aprendido otras cosas, sabía yo lo que él me había enseñado, pero sabía lo que me habían enseñado en Estados Unidos y tuve que hacer un sitio para trabajar en este hospital, fundé la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM en 1953 y me quedé 15 años en este Hospital, éramos 4 cuando empezamos a trabajar, cuando me fui 15 años después éramos 122”.

H. Doctor Ruy esta Unidad de Patología ¿fue la primera en el país?
RPT. “Así es. Fue la primera que inició la Facultad de Medicina de la UNAM, posteriormente se hizo una en el Hospital Juárez y otra en lo que era el Sanatorio Huilpulco que dependían de mí; fue la primera vez que se hizo una especie de metástasis de la Facultad de Medicina en el Hospital General, el principal Hospital de enseñanza en el País, poco a poco se fueron creando otros departamentos de patología en otras instituciones. Se abrió el Seguro Social, empezamos a mandar la gente que nosotros educábamos, que son muchos de los actuales profesores de patología y muchos de los patólogos de México salieron del Hospital General”.

H. Y a todo esto ¿por qué se menciona que la Patología genera conocimiento?
RPT. “La Patología es la ciencia que estudia las causas, los mecanismos y las consecuencias de las enfermedades. Es la ciencia que proporciona al médico los conocimientos que necesita para poder diagnosticar y tratar a los pacientes, nosotros generamos esa información; no la crea el médico que ve pacientes, porque no tiene ni el tiempo ni las técnicas necesarias para hacer la investigación. Lo que nosotros hacemos es investigación, generamos este conocimiento, se lo pasamos al médico y éste lo usa para atender y curar a sus pacientes, entonces la calidad de una institución está marcada en gran parte por la calidad de sus servicios de patología, mientras mejor es el departamento de Patología, mejor es la calidad de la medicina que se ejerce, que se le ofrece a los enfermos y, por eso, hay departamentos de Patología en todos los Hospitales Públicos y Privados del país. Esto lo empezó mi maestro el Dr. Costero, cuando él llegó aquí prácticamente no había nadie que hiciera su especialidad, después él fundó la Escuela Mexicana de Patología y educó a muchos de nosotros y, después nosotros seguimos su ejemplo, seguimos educando a otros y ahora la Asociación Mexicana de Patólogos que acaba de celebrar su reunión anual numero 53 y de la cual yo soy socio fundador; tiene cerca de mil miembros y cuando empezó éramos 11”

H. Dr. ¿Qué acontecimiento influyó para que Usted se dedicara a la investigación?
RPT. “En la Escuela de Medicina conocí a un joven yucateco, Raúl Hernández Peón; en el sótano de su casa había un laboratorio, donde tenía una mesita para operar animales, aparatos para registrar presión arterial, respiración otras constantes, métodos para registrar las cosas y ya hacia experimentos. Él me enseñó a cazar gatos y a anestesiarlos; estábamos investigando qué le pasaba a la circulación del riñón cuando estimulábamos los nervios de éste; estaba encantado. Con ello, yo quería ser fisiólogo, sin embargo, conocí al Dr. Costero y decidí ser investigador en el área de patología”.

H. Doctor Pérez Tamayo, además de ser médico e investigador, sabemos que es escritor, ensayista y divulgador. Comparta a los lectores de Hypatia esta parte de su formación.
RPT. “En mi casa había siempre dos cosas; música clásica todo el día y libros; mis padres eran lectores voraces, de hecho yo me llamo Ruy, porque cuando mi madre me estaba esperando, se encontraba leyendo el poema del Mío Cid, el cual se llamaba llama Ruy Díaz de Vivar y decidió ponerme ese nombre. Cuando estaba en la Facultad de Medicina yo ya estaba leyendo libros de filosofía en inglés y español, de ahí pasé a otros aspectos de la filosofía como la metafísica, de ahí a la literatura y de ahí inicié con la escritura. Fue en 1970 cuando me intervinieron quirúrgicamente, extrayéndome dos discos invertebrales; no podía hacer nada, estaba en mi casa y me puse a escribir un cuento para niños que llamé El viejo alquimista, fue de mis primeras publicaciones. Consecutivamente, escribí textos profesionales y de medicina. He escrito sobre divulgación de la ciencia, escribí 11 años una columna semanal en el periódico La Jornada, también participé en una revista que se llama Nexos, en la sección que se llamaba Ciencia, Paciencia y Conciencia. Me gusta escribir, dedico una buena parte de mi tiempo a hacerlo, eso sí no realizo novelas, nada más ensayos, literatura, filosofía, historia. Me interesa muchísimo la historia, mi hijo menor es historiador, profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y profesor en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos hemos ya escrito juntos, tengo otros dos hijos científicos, mi hijo mayor es químico con doctorado en Inmunología con el cual también tengo escritos y mi hija es bióloga y trabaja en Ensenada”.

H. Doctor con un hijo Historiador y dos científicos, ¿qué formación tenía su esposa?
RPT. “Mi esposa, la Dra. Irmgard Montfort. Happel, distinguida maestra y muy destacada investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, fue mi compañera de generación; vivimos y trabajamos juntos 58 años hasta hace tres años. Investigamos y armamos muchos artículos científicos, tenía unas manos de hada para trabajar”

H. ¿De qué manera incursionó a la divulgación científica?
RPT. “Me ha interesado mucho, desde que me invitaron unos amigos físicos; los doctores Jorge Flores Valdés, Salvador Malo Álvarez y Luis Estrada Martínez. El primero, con varios de nosotros conformó una sociedad dedicada a la divulgación científica que hizo, los famosos Sábados en la ciencia y luego Los veranos en la ciencia. Luis Estrada Martínez, editaban una revista de divulgación científica de la UNAM que se llamaba Naturaleza; la cual había empezado con el nombre de Física pero se dieron cuenta que esto estaba muy restringido y lo modificaron. Durante 8 años la publicaron mensualmente y me invitaron a que yo escribiera aspectos de biología y me encantó”.

H. Doctor ¿cómo define el concepto divulgación científica?
RPT. “Consiste en explicar el área en la ciencia en que uno tiene conocimiento, explicarlo en términos accesibles a las personas no técnicamente capacitadas. Hay que tener mucho cuidado en distinguir la divulgación y la vulgarización que es lo que habitualmente se hace, en lugar de divulgar lo que se hace se simplifica, se hacen las cosas más sencillas de lo que realmente son, con objeto de alcanzar la mayor cantidad de público posible pero es como desvirtuar el conocimiento. La ciencia es extraordinariamente interesante. Mucha gente le tiene miedo a las matemáticas, entonces no metamos muchas matemáticas o expliquemos por qué las matemáticas son el lenguaje más simple que hay, las matemáticas son más sencillas que el castellano aún sabiendo hablar castellano, es simplemente una forma de hablar, es un lenguaje; si entendemos las palabras escritas con letras podemos entender las palabras escritas con números, es no más otro alfabeto”.

H. Entonces Doctor, ¿se puede divulgar todo?
RPT. “Sí todo, incluyendo las cosas más complejas que existen. Había un gran físico Richard Feynman quien escribió un libro que se llama 5 Piezas Fáciles y Otras No Tan Fáciles, donde explicaba la mecánica cuántica, la teoría de los hilos; las cosas más complicadas de la física en forma perfectamente accesible, no hay ningún problema simplemente dejar de tenerle miedo a lo que uno no conoce”.

H. Doctor Pérez Tamayo, ¿considera que en nuestro País exista un buen periodismo científico?
RPT. “En este país no hay lo que se podría llamar un periodista científico completo, no existe esa carrera y en otros países sí. Aquí los que hacemos divulgación de la ciencia somos los científicos, porque hay periodistas de sociales, periodistas deportistas, periodistas de nota roja, periodistas de política, pero no hay periodistas de la ciencia, no existe un periodista que solo cubra esa fuente, por ello muchos científicos nos ponemos una cachucha de periodista y entonces jugamos a ser periodistas y no lo hemos hecho mal. La poca divulgación científica que se ha hecho en México la hemos hecho los científicos, está empezando ahorita a surgir el interés en el periodismo científico; en la UNAM hay un diplomado de Periodismo Científico, periódicos por ejemplo; Nexos tiene una sección científica en la que escribe Luis González De Alba, él es el que contribuye de manera sistemática con muy buenos artículos. También está El muégano divulgador, editado por Martín Bonfil Olivera quién es un joven muy entusiasta y que le gusta mucho la divulgación haciendo mucho por ella. Es un esfuerzo que nosotros deberíamos intentar o tratar de hacer es promover la divulgación científica para ver si logramos que México se transforme en una sociedad del conocimiento”

H. Doctor, ¿considera que el objetivo de la divulgación de la ciencia es que nosotros podamos manejar el conocimiento para mejorar la calidad de vida de la gente?
RPT. “Efectivamente, ese es el objetivo; la sociedad del conocimiento tiene la manera de hacer las cosas, sabe cómo se hacen las cosas ¿por qué no hay un automóvil que se llame Pérez?, ¿por qué hay un automóvil que se llama Dodge o Ford?; porque esas sociedades tienen el conocimiento para hacerlo así, para ellos no es algo extraño; para nuestra sociedad subdesarrollada, el conocimiento es extraño, es algo ajeno y lo que queremos con la divulgación de la ciencia es adquirir propiedad del conocimiento, que se incorpore el conocimiento a nuestra sociedad y entonces vamos aprender hacer las cosas y no vamos a depender de los que sí saben.
Acabamos de celebrar los 200 años de la independencia de México. Sin embargo ahora somos más dependiente que en la época de la Colonia; no dependemos de un ejército antiguo, aunque también cuenta verdad, de lo que dependemos ahorita es del conocimiento, dependemos de las gentes que sí saben y esa dependencia está aumentando, porque nosotros no hemos prestado la atención que deberíamos a la educación, claro que este es el aspecto más importante de la sociedad y, en este mundo del siglo XXI, la ciencia y la tecnología representan la diferencia entre el desarrollo y la pobreza, somos pobres porque somos ignorantes y la manera de combatirla es a través del conocimiento, es a través de la divulgación de la ciencia”.

H. ¿Es la divulgación de la ciencia una herramienta a través de la cual se incorpore a la ciencia en una cultura nacional?
RPT. “Absolutamente, debería formar parte de nuestra cultura y no lo forma. Nosotros tenemos un Consejo Nacional de las Culturas y las Artes (CONACULTA), pero no está la ciencia. Lo que hicimos fue un Consejo Nacional de la Ciencia y la Tecnología (CONACYT) sí, pero no de la cultura. Nosotros no incorporamos a la ciencia en la cultura, no se considera como parte de la cultura y cuando nosotros hablamos de ciencia en el CONACULTA, se nos quedan viendo. Lo que deberíamos de hacer es incorporar a la ciencia como parte fundamental de la cultura, del conocimiento, que se le proporciona a la gente en todas partes”.

H. Doctor ¿de qué manera podríamos diagnosticar nuestro estado de incultura?
RPT. “Pienso que podría ser viendo los espectaculares, lo que le dicen a la gente, por ejemplo, usa esta pasta de dental, tiene calcio científicamente comprobado, el otro espectacular, esta pasta dental no tiene calcio científicamente comprobado, ninguna de las dos cosas quiere decir nada verdad, están usando la falta de cultura, la falta de información para sus productos, la gente no tiene mecanismos para defenderse, no tiene la información, exactamente y luego ve uno los medios, que están plagados por lo mismo, están explotando la ignorancia; le dicen a uno, tienes que tomar dos litros diarios de agua porque si no vas a sufrir deshidratación y tienes que comprar determinada marca y traer una botella de agua, es absolutamente falso, es mentira, cada una de las palabras esas son falsas, mi metabolismo produce litro y medio de agua, endógena yo la hago, no necesito una marca, eso es un cuento tártaro para vender agua, yo sé esto, pero mucha gente no lo sabe y a esa gente la pueden engañar, por que no tiene la información entonces lo que tenemos que hacer es proporcionarle la información para que se pueda defender”.

H. ¿Esa sería una de las estrategias o propuestas para combatir esto que usted le llama incultura que se le puede llamar también analfabetismo científico?
RPT. “Sí, así lo llama Marcelino Cereijido Mattioli, uno de mis científicos favoritos quien es también un gran divulgador, él se refiere al analfabetismo científico; la sociedad mexicana es analfabeta científica”. Ya mencioné la necesidad de prestarle más atención a la educación, es necesario desarrollar de manera profesional el periodismo científico, se requiere atender a la mayor difusión de la divulgación de la ciencia en las publicaciones, se requiere depurar en los programas abiertos al público, todas las mentiras que se dicen. Hay una gran cantidad de cosas que se pueden hacer, pero mientras no se adquiera conciencia de que tenemos una deficiencia real y que esa deficiencia es responsable de nuestro subdesarrollo no lo vamos a hacer, lo que nosotros tenemos que hacer es combatir el subdesarrollo ¿a base de qué? A base de conocimientos, esa es la razón por la que somos subdesarrollados, México no es un país subdesarrollado porque su ciencia y su tecnología estén subdesarrolladas, la ciencia y la tecnología de México están subdesarrolladas porque México es un país subdesarrollado, la cosa es invertida, si nosotros tuviéramos un desarrollo científico y tecnológico adecuado seriamos otra clase de país, completamente”

H. Finalmente ¿de qué manera contribuye su obra en la divulgación científica?
RPT. “Yo hago muchas cosas, soy miembro del Colegio Nacional, el lema es Libertad por el saber, la obligación que tenemos los miembros es dar conferencias de divulgación científica y divulgar nuestra información al público en manera general, esta obligación termina a los 70 años de edad, aunque yo lo sigo haciendo, tengo 86 e imparto cerca de 70 conferencias a nombre del Colegio al año en todo el país. Sí soy de lo que más trabajan ahí en este Colegio, pero hay otros compañeros míos que también lo hacen, soy miembro de la Academia Mexicana de la Lengua donde participo en la Comisión, donde nos hacen consultas sobre el lenguaje y nosotros revisamos las preguntas, vemos las respuestas que se les pueden dar, las armamos y se las enviamos a la persona que nos hace la consulta. De esa forma divulgamos la lengua castellana, soy profesor de la Facultad de Medicina, en mis clases hago divulgación de la ciencia, ciencia especializada en la que yo trabajo, soy profesor de Postgrado, tengo grupos de estudiantes a las cuales también hago divulgación, escribo para diferentes publicaciones, escribo en ratos libres, escribo en Nexos, también soy amigo de los editores y cuando hay algún tema que yo crea que creo que se debe de tocar y explicar de forma accesible a la gente lo hago, escribo prólogos de libros que se publican, soy miembro del Comité Editorial y participo en la selección de los libros que se están haciendo, hago lo mismo en Siglo XXI editores, no puedo pensar en una cosa que yo haga que no tenga una proyección de divulgación. Bueno sí hay una, juego tenis, nada más para distraerme".

H. Gracias Doctor por su tiempo, dedicación, amor y arte por socializar su conocimiento. A nombre de los lectores de Hypatia lo felicito por su impecable trayectoria.