Nos encontramos ante una crisis de salud mundial ocasionada por un virus, el SARS-CoV-2, que causa el síndrome respiratorio agudo severo también conocido como coronavirus (COVID-19). Este virus tiene un genoma de ácido ribonucleico (ARN) y pertenece al género Betacoronavirus, junto con el SARS y MERS con los que tiene un parentesco de entre 80% y 50%, respectivamente. Actualmente no existen tratamientos específicos contra esta enfermedad, sin embargo, se han empleado fármacos como la hidroxicloroquina y combinaciones con bromhexina o nitaxozanida, remdesivir y la azitromicina. Este último contribuye a un problema de salud que cada vez es más alarmante.
La azitromicina es un antibiótico de amplio espectro con propiedades antiinflamatorias que se receta ampliamente en pacientes con COVID-19. Recientemente se publicó un comentario en la revista The Lancet que menciona que existen evidencias in vitro de la actividad antiviral de este medicamento contra algunos virus de ARN; sin embargo, no se ha observado ningún beneficio para los pacientes con COVID-19. A pesar de no haber ningún sustento clínico, se sigue recetando para tratar pacientes con COVID-19 sin tener una infección bacteriana. Pero, ¿cuáles son las consecuencias de usar antibióticos de amplio espectro en una pandemia?
Surgimiento de bacterias resistentes a los antibióticos: la herencia de COVID-19.
Evidencias científicas sugieren que, a medida que la pandemia avanza, se arrastra una probable segunda pandemia bacteriana detrás. Aunque el COVID-19 es una enfermedad viral, más de 90% de los pacientes hospitalizados son tratados con antibióticos para prevenir infecciones secundarias. Esto puede aumentar la crisis actual de bacterias resistentes, que causan alrededor de 700 mil muertes en todo el mundo cada año.
“El uso de antibióticos en cualquier parte contribuye a la aparición de resistencia en todas partes”
Kathy Talkington
Directora del Proyecto de Resistencia a Antibióticos.
La resistencia a los antibióticos ocurre cuando microorganismos como las bacterias no son afectados por los medicamentos diseñados para matarlos y se propagan en nuestro cuerpo. Estas infecciones son difíciles de tratar y en la mayoría de los casos requieren estancias prolongadas de hospitalización y medicamentos que perjudican la salud y la economía del paciente. Además, los antibióticos afectan a las bacterias benéficas que ayudan a mantener estable nuestra salud. El uso de antibióticos hace que las bacterias que cohabitan en un hospital (nosocomiales), que, si bien ya son resistentes a diversos antibióticos y desinfectantes, adquieran nuevas resistencias. Por lo tanto, los pacientes con COVID-19 intubados son los más propensos a tener una infección nosocomial, ya que en las unidades de cuidados intensivos (UCI), es donde se originan estos brotes.
Entre las bacterias nosocomiales resistentes están los estreptococos, estafilococos, varias enterobacterias, Pseudomonas, Escherichia coli, Haemophilus influenzae, Klebsiella y especies del género Acinetobacter, las cuales son las infecciones bacterianas más comunes en los pacientes de las UCI y, desafortunadamente, son las infecciones secundarias más frecuentes en pacientes con COVID-19.
Pandora. Autor: Charles Edward Perugini, 1839-1918. Interpretación de Pandora personaje mítico, el cual abre un recipiente que contenía todos los males del mundo.
Es bien conocido que estas bacterias son resistentes a la mayoría de los antibióticos y, en muchos casos, a los de última generación. Esta información pone en evidencia el problema que enfrentan las instituciones de salud ante las infecciones bacterianas asociadas al COVID-19. Las bacterias nosocomiales resistentes son una grave amenaza y un riesgo latente de provocar una nueva pandemia, debido a que estamos limitados de antibióticos para tratar las infecciones causadas por bacterias multirresistentes. Es cuestión de esperar a que las infecciones graves dejen de ser tratables con los medicamentos actuales.
El uso desmedido de los antibióticos no es exclusivo de esta pandemia. Éstos han sido ampliamente usados desde hace décadas en la producción de ganado y en mercancías de origen animal, lo que ha desencadenado una era de “superbacterias” y con lo cual se ha abierto conscientemente la Caja de Pandora.
Entonces, si los antibióticos están limitados para el tratamiento de bacterias multirresistentes, ¿qué alternativa tenemos?
México es considerado un país “megadiverso”, posee la mayor diversidad de animales y plantas, casi 70% de la diversidad mundial de especies.
A pesar de que el mundo se encuentra en la cúspide de una era posterior a los antibióticos, la naturaleza y la historia nos dan una alternativa, si volteamos al pasado y analizamos los tratamientos antes de que estos medicamentos existieran, podremos observar que eran mediante el uso de la fagoterapia. Los fagos o bacteriófagos son virus que infectan exclusivamente a bacterias; estas sustancias, a decir de la Food and Drug Administration (FDA), son “generalmente reconocidas como seguras” (GRAS). Sin embargo, una de las preocupaciones de la FDA es la presencia de endotoxinas y pirógenos en estos productos, debido a que estas moléculas dañan la salud.
El descubrimiento de los fagos ocurre en Inglaterra en 1915, 13 años antes del descubrimiento de la penicilina en 1928, por el escocés Alexander Fleming; el artífice de este hallazgo fue Frederick W. Twort; a su vez, Félix d’Hérelle hizo lo propio en Francia en 1917 de manera independiente; de hecho, fue el propio d’Hérelle quien nombró a estos virus como bacteriófagos y con ello sentó las bases de la fagoterapia. En 1922, d’Hérelle publicó su obra fundamental El bacteriófago, con lo que atrajo a empresas que se interesaron en la producción de fagos. Una de las más destacadas fue la francesa hoy conocida como L’Oréal y que antes se llamaba Harmless Hair Dye Company. Por desgracia, la fagoterapia no tuvo un auge importante debido a su acción específica y formulaciones inestables, a diferencia de su contraparte: los antibióticos.
Otro factor fue el poco conocimiento sobre virología y las limitadas herramientas en biología molecular que había a principios del siglo XX. La fagoterapia estaba muy adelantada a su época. Ahora, más de 100 años después, estamos más preparados para utilizar a los fagos como herramientas para la lucha contra las bacterias resistentes e inclusive el cáncer. Varios casos clínicos reportados alrededor del mundo han mostrado éxito usando estos virus para infecciones multirresistentes entre las cuales ningún antibiótico fue eficaz.
Fagoterapia, una nueva alternativa “old-school”
El potencial de los fagos incluye a las bacterias multirresistentes, sin embargo, no todo es color de rosa; las bacterias pueden evolucionar para resistir a los fagos. Tal como en la exposición a los antibióticos, la resistencia a los fagos puede aparecer después del tratamiento. Sin embargo, existen diversos grupos de investigación en el mundo que buscan estrategias para evitar este problema. En México, y específicamente en el estado de Morelos, se encuentra el laboratorio CAS BIOTECHNOLOGY, el cual cuenta con la mayor colección de fagos contra diversas bacterias. Éstos han sido modificados genéticamente y probados en diversas bacterias de importancia para la industria pecuaria y la salud humana.
CAS cuenta con una plataforma que conjuga tecnologías de edición genómica como CRISPR-CAS, evolución dirigida y la biología sintética para su optimización y reducción de la resistencia bacteriana. Además, se aprovecha la riqueza y abundancia de fagos que existen en los ecosistemas mexicanos. Actualmente, se desarrollan aplicaciones farmacéuticas, desde medicamentos hasta aditivos para alimentos, ya que no alteran su sabor ni su calidad. Esta estrategia permitirá a la industria alimentaria sustituir compuestos químicos e incluso se podrán salvar producciones que se destruyen por contaminación de patógenos.
Es necesario considerar a la fagoterapia como una opción segura y eficiente para casos clínicos e industriales, ya que puede ser la única opción de tratamiento en infecciones por bacterias multirresistentes. Sólo si empezamos a fomentar y desarrollar la fagoterapia estaremos preparados para las nuevas pandemias que se aproximan.
Imagen: Instituto Pasteur. Laboratorio de Félix d'Hérelle.
Dr. Alberto Checa Rojas / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Dr. Andrés Andrade Domínguez / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
CAS BIOTECHNOLOGY