Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Notas

El futuro incierto de la contaminación del agua y su relación con el cólera

Por: Dr. Enrique Cifuentes García
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El agua es el factor más relevante del desarrollo en el mundo. La contaminación fecal del agua y alimentos (p.ej., cultivos) es un problema que enfrentarán millones de personas y que está vinculado a la salud de la población.

Los conflictos por el agua en nuestro país adquieren características críticas. La demanda de la ciudad de México deja sin el líquido a muchas regiones más allá de los límites geográficos de la cuenca, y la sobreexplotación del acuífero provoca graves hundimientos en algunas partes de la ciudad. Otros problemas son los desechos que se vierten al sistema de drenaje o los arrastrados por lluvias, y los que llegan a las zonas periféricas sin tratamiento. Más de 40 metros cúbicos de aguas polutas salen de la ciudad por segundo. Siguen el curso de antiguos ríos y pasan por sitios donde se usan para regar cultivos, exponiendo a la población a enfermedades.

El cólera encabeza una larga lista de infecciones entéricas tradicionalmente vinculadas con la contaminación fecal del agua. A pesar de lo mucho que se han especulado sobre las causas de la llegada del cólera y su explosiva difusión por gran parte del subcontinente, la séptima pandemia, a diferencia de las anteriores, parece haber llegado para quedarse.

La notable persistencia del Vibrio cholerae (agente causante del cólera) puede explicarse por el establecimiento de la bacteria en reservorios de la microflora acuática.
Aunque es difícil asegurar que el cólera sea resultado directo del deterioro ambiental inducido por el hombre, su resurgimiento explosivo puede reflejar cambios en la biodiversidad y estabilidad al interior de los ecosistemas. Al respecto, se piensa, que la sobreexplotación pesquera, la desecación de pantanos y el cambio climático han influido en la proliferación de estos reservorios acuáticos del vibrio.
Imagen activaMientras que la llegada del cólera a Latinoamérica justificaba el uso de enormes volúmenes de cloro en el agua, en sociedades más avanzadas el uso repetido de este desinfectante y el temor respecto al cáncer de vejiga y recto rebasaron la preocupación por las enfermedades entéricas.

En la época en que empezaron a detectarse cepas de vibrio refractorios a la acción desinfectante del cloro en varios puntos del planeta, aparecieron también las primeras señales de peligro. Algunas enfermedades emergentes son ejemplos que merecen consideración particular. Éstas son "nuevas" en una población que experimenta un rápido aumento en su frecuencia los cuales expanden sus límites geográficos más allá de lo "normal". Algunos autores consideran que los cambios ambientales, las migraciones humanas y otros factores sociales precipitaron el surgimiento de estas epidemias.
En los últimos 20 años se reportaron en Estados Unidos más de 700 epidemias de enfermedades entéricas transmitidas por agua fecalmente contaminada.
¿Qué implicaciones adquieren estas epidemias en el contexto latinoamericano?
Imagen activaHasta hace unos años, el impacto de las enfermedades diarreicas parecía ceder ante las medidas accesibles. Sin embargo, el resurgimiento de antiguas y nuevas calamidades, refractarias al tratamiento convencional de agua, plantea nuevos desafíos. Parecería, en palabras del investigador W. McNeill, de la Universidad de Chicago, que estos sucesos catastróficos en la historia de la humanidad son resultados irónico del "progreso". McNeill nos advierte sobre la pertinencia de asumir los límites de nuestras capacidades; de no hacerlo, conduciremos a los agentes infecciosos a los márgenes de la experiencia humana, abriendo la brecha a nuevas y más devastadoras epidemias.

El panorama resulta turbio en el caso de las infecciones emergentes. Es poco lo que sabemos de la epidemiología del Cryptosporidium parvum, Cyclospora y Microsporidia, en especial sobre los reservorios y su relación con la calidad del agua que se usa y reutiliza en Latinoamérica.

Los enemigos más antiguos de la especie humana han sido los microorganismos y, con excepción de la poliomielitis y la viruela, las infecciones no se han ido porque la ciencia haya inventado nuevas vacunas y medicamentos. El control de la contaminación del agua representa inversiones que rebasarían los 12 mil millones de dólares, que difícilmente pueden sufragar los países de la región, abrumados por la usura de la deuda. Pero la humanidad entera corre peligro por esa visión del mundo, característica de la economía de mercado, que ignora el desafío de soluciones equitativas que hagan posible un ambiente más limpio en una dimensión verdaderamente global.