Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Las notas musicales para la vida

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Figura 1. Los componentes del ADN: adenina, timina, citosina y guanina, donde cada una representa un color, que en apariencia parecen las teclas.

¿Qué somos, qué parte de nosotros es propiamente nuestra y cómo verificamos lo que somos? El código genético es la mejor pista para responder estas incógnitas. A lo largo de la historia hemos evolucionado desde la interacción más primitiva de átomos hasta la formación de moléculas de adenina (A), timina (T), citosina (C) y guanina (G) que, como notas musicales, forman un gran repertorio para la génesis de organismos vivos en una gama de escalas, formas y colores.

Como cuando una escritora decide escribir un libro en idioma español usando un alfabeto de 27 letras (A, B, C, … y Z), donde el orden escrito de algunas palabras le da una comprensión distinta a cada lector, siendo justamente este pequeño detalle el que lo convierte en un libro auténtico. De la misma forma, la historia del ser vivo se registra en un libro cuyo título es el ADN, escrito con un alfabeto de 4 letras (A, T, C y G), donde cada oración se llama gen.

Este libro está empaquetado en una caja, etiquetada bajo el nombre de cromosoma y guardado en un estante llamado núcleo, el cual yace al interior de una célula de cualquier organismo vivo. Desde hace mucho tiempo han existido diversos lectores, por ejemplo, virus o bacterias, que decidieron escribir en ese libro a fin de dejar su huella y poder reconocerlo en una próxima visita.

¿Quiénes supervisan a nuestro ADN?

Unas proteínas llamadas enzimas nucleasas y exonucleasas se encargan de supervisar cómo aquellas cuatro letras forman una serie de combinaciones que, al escribirlas en el orden correcto, expresan un lenguaje comprensible que la célula que las contiene pueda entender y realizar muchas actividades. Estas enzimas, a veces, al leer el ADN no lo comprenden, ya sea porque se confundieron al editar o corregir el ADN o porque un organismo ajeno intentó escribir entre sus letras.

En esta situación, ellas tratarán hasta de eliminar, con ayuda de otras proteínas, esa falla ortográfica del ADN. Si esto pasa, esa sección de ADN se inactivará, y es aquí donde hablamos de genes inactivados, ya que al no expresarse la célula no recibirá ninguna instrucción para producir las proteínas que necesitaba para alimentarse, por ejemplo.

¿Se podría controlar el ADN desde un laboratorio?

Sí, una innovación en ingeniería genética nos lo ha permitido. Desde hace 18 años se analizan los mecanismos de activación e inactivación de genes, donde, por primera vez, se planteó sondear el estado del material genético de diversos microorganismos. Pero ya en 2012 resonó la técnica conocida por muchos como CRISPR-CAS, cuyo fundamento fue simular el mecanismo de defensa de la bacteria Escherichia coli frente a un virus “bacteriófago”; las bacterias detectaron secuencias cortas y repetidas del ADN viral copiado en su ADN bacteriano para reconocerlo en una próxima infección y poder defenderse.

A esta técnica le llamaban “las tijeras moleculares”, ya que se enfocaron, en sus inicios, en cortar y corregir errores genéticos, autores de terribles consecuencias para el organismo, o simplemente eliminar fragmentos perjudiciales como las letras del material genético del coronavirus SARS-CoV-2 insertadas en algunas células humanas.

Con el pasar del tiempo se deseaba analizar el estado génico del ADN en plena división celular; es así que el sistema Cre-LoxP estuvo en la mira como un segundo tipo de edición genética bandera, ampliando enormemente nuestra capacidad para interrogar con precisión la función de los genes en mamíferos y biología celular, y proporcionando un control espacial y temporal de la expresión de los genes. ¡Eureka! Ya se podía supervisar la estabilidad del ADN en plena división celular de microorganismos y hasta la multiplicación de los virus dentro de las células.

La edición genética ha permitido manipular el ADN evitando agravar enfermedades, realizar terapia génica o transferir genes de un organismo donador a otro receptor, a fin de mejorar la producción de enzimas con importancia médica, industrial, energética y ambiental; no obstante, se necesita evaluar la viabilidad de su aplicabilidad hasta poder conocer las implicaciones éticas.

 


Stefhany Valdeiglesias Ichillumpa / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Facultad de Ciencias Naturales y Matemática
Universidad Nacional Federico Villarreal; Lima, Perú.