Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Morelos y sus transformaciones territoriales


Dr. Héctor Ávila Sánchez
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Desde mediados de la década de los ochenta, se manifiesta en Morelos una serie de transformaciones territoriales que obedecen a fenómenos ligados a la reestructuración productiva que tiene lugar en el contexto nacional y por tanto, en las distintas regiones del país. En Morelos se fortalece la reestructuración de los procesos productivos, particularmente en la industria (Ordóñez, 1999). Se mantiene el peso dominante de la urbanización y las ciudades continúan con ritmos de crecimiento sostenidos; en la década de los noventa, Cuautla y Cuernavaca registraron el mayor índice de crecimiento de las metrópolis del centro del país .

La expansión de las ciudades da lugar a nuevas formas territoriales, nuevos procesos productivos y sociales; se construyen novedosas formas e ideas para concebir estos territorios, identificados como periurbanos o rururbanos. Tanto en Cuernavaca como en Cuautla tienen lugar procesos de transformación social, espacial y productiva, al tiempo que subsiste la práctica de las actividades agrícolas, desde la producción de autoconsumo, hasta la de altos rendimientos y un uso intenso de tecnología, que se presenta en menor cuantía.
Las zonas agrícolas de mayor importancia en el Estado de Morelos, de acuerdo al porcentaje de la PEA que la practica, así como a su participación en la generación del PIB estatal, están totalmente vinculadas al contexto territorial del corredor urbano Cuernavaca-Yautepec-Cuautla. En este espacio regido por las funciones urbanas, se ha conformado una determinada actividad agrícola, que si bien se encuentra abatida, aún tiene una determinada presencia en el territorio y en el conjunto de la economía morelense. La práctica de la agricultura en las ciudades y periferias urbanas morelenses muestra una serie de rasgos característicos:

La agricultura tanto urbana como periurbana que se practica en las ciudades de Morelos es casi totalmente, una actividad marginal: la practican productores agrícolas que aún resisten los embates de la crisis del sector (gran fluctuación en los precios de los cultivos, altos costos de producción, escasos márgenes de ganancia, apoyos exiguos, problemas para la comercialización, encarecimiento de la mano de obra, etc.) y de otros factores como la escasez y/o mala calidad de las aguas para el riego, la proliferación de desechos sólidos en los campos agrícolas, que incide en la disminución de los rendimientos, así como en la fertilidad de los suelos.

Hay una pérdida gradual de terrenos dedicados a la agricultura, ante la extensión de la mancha urbana ; si bien, los porcentajes varían de acuerdo con la ciudad que se trate, los cambios en los distintos ejidos en las zonas urbanas y periurbanas, van desde un 20% hasta un 40% de la superficie, en el lapso de los últimos 20 años.
En el espacio agrícola periurbano hay un abanico de productores, desde los de subsistencia, hasta los empresarios agrícolas que producen para el mercado exterior, con aplicaciones de alta tecnología en el proceso productivo. Desde el agricultor urbano que trabaja pequeños solares o en pequeñas parcelas de cientos de metros de terreno, con producción de autoconsumo, hasta el productor periurbano que opera en superficies mayores (de una a diez hectáreas, generalmente rentadas), con intensidad variable en cuanto al uso del capital.

Han proliferado los empleos de corte urbano entre los habitantes de los espacios periurbanos, toda vez que la práctica de las actividades agrícolas y pecuarias constituye solo una parte mínima de los ingresos familiares. Para el año 2002, casi un 90% de los productores agrícolas contaban con otro trabajo como fuente principal de ingresos ; se trata de empleos en el sector servicios (comercio, transportes o actividades profesionales) que desempeñan dentro o fuera del ámbito periurbano. Otro aspecto que define o caracteriza a la práctica agrícola es el del tiempo de trabajo que se le destina, principalmente de tiempo parcial. En éste ámbito es importante el desarrollo de actividades no agrícolas, complementarias en el ingreso familiar.

Un cambio progresivo en el patrón de cultivos de las zonas agrícolas periurbanas. Las transformaciones de la producción de cultivos en las zonas metropolitanas de Morelos, los que garantizan la rentabilidad económica, son las plantas de ornato, las flores y los viveros. Dicha transformación no la realizan campesinos o ejidatarios, sino personas que anteriormente se dedicaban a otro ramo. Actualmente, los ejidatarios no cuentan con los recursos económicos que requiere la actividad pero sobre todo, desconocen las formas de operar los viveros. En el último decenio, han fortalecido un proceso ascendente en el ámbito rural de Morelos: la renta de las tierras, que en regiones como Yautepec-Cuautla, alcanza el 25% del total de las superficies ejidales.

Hay una creciente déficit en cuanto a la regeneración de la mano de obra en la actividad agrícola en general y especialmente en la que se practica en la periferia de las ciudades. Los jóvenes hijos de ejidatarios prefieren buscar empleos no agrícolas, por lo que tienen que emigrar a Cuernavaca o Cuautla o bien, a los Estados Unidos. El porcentaje de migrantes hacia el extranjero con el que Morelos participa en el total nacional es aún poco significativo; sin embargo, a nivel local el fenómeno es perceptible, principalmente en las localidades rurales, donde falta la mano de obra para las labores agrícolas.
La persistencia de las prácticas agrícolas como elementos de identidad cultural del ámbito periurbano. Es un espacio en mutación donde se expresa la simbiosis en cuanto a los hábitos de vida de habitantes del medio rural, en un medio con importantes funciones y expresiones de tipo urbano. Se mantiene la práctica de los rituales, tradiciones y fiestas rurales. Se trata de la salvaguarda de la memoria colectiva y el patrimonio cultural, o por lo menos, la conformación de uno propio, en estos espacios en transición.


Héctor Ávila Sánchez ES Doctor en Geografía por la UNAM. Ha impartido diversos cursos sobre Geografía Regional de México, Análisis Regional y Desarrollo Rural Regional en la UNAM (FCPyS; Posgrado en Geografía; Maestría en Estudios de Población y Desarrollo Regional-CRIM) y otras universidades nacionales como la Universidad Autónoma Chapingo, Universidad Autónoma de Guerrero, El Colegio de Sonora. Líneas de Investigación: Geografía Rural; Desarrollo Económico Regional; Estudios Urbano-Rurales; Estudios Regionales del Estado de Morelos.

Doctor en Geografía por la UNAM. Investigador y coordinador del Programa de Estudios Regionales, CRIM-UNAM. Investigador Nacional nivel 1.
Entre 1985 y 1995, el Estado de Morelos recibió cerca de 100 mil migrantes, es decir, el equivalente a la mitad de la población de la ciudad de Cuautla en el primero de los años (Corona, R., 2000).