Figura 2. Chintete macho de garganta azul (S. h. horridus) en época de reproducción.
De colores poco llamativos a los colores más brillantes y vistosos, ya sea para bien o para mal, los cambios de color forman parte de la vida de muchas lagartijas y, afortunadamente, estos animales aprendieron a sacarle el mayor provecho posible. Debemos tomar en cuenta que para los seres vivos es vital desarrollar estrategias que les permitan sobrevivir y ser muy llamativo en el mundo silvestre puede ser una mala idea; por ello, la mayor parte del tiempo, muchas lagartijas suelen inclinarse por los colores que les permiten confundirse con su entorno, pero son capaces de cambiar su atuendo en ocasiones especiales. Es por lo anterior que los colores en las lagartijas pueden ser tan interesantes, dado que nadie en su sano juicio quiere estar en la mira de un depredador y mucho menos tener un color que facilite tu localización. Pero las lagartijas están dispuestas a pagar tan alto precio por una ocasión tan importante como la reproducción.
En la mayoría de las especies de lagartijas son los machos quienes suelen ser los más vistosos, lo que significa que es poco frecuente encontrar hembras que presenten estas características; esto hace recordar aquello de que los hombres viven menos que las mujeres por lo intrépidos que son algunos y por las locuras que cometen otros. Sin embargo, existen especies donde las hembras son las únicas que presentan cambios de color, incluso pueden ser más grandes que los machos; pero que la mayoría de las hembras no presenten cambios de color tan llamativos no es necesariamente algo negativo, probablemente al igual que las mujeres, las hembras de lagartijas sobreviven más que los machos al no exponerse tanto a los peligros.
Entonces, ¿a quién le interesa ser llamativo? Por lo general, se ha observado que sólo uno de los dos cambia de colores opacos a llamativos; además, es común que no presenten más de dos patrones de color, es decir, no es frecuente observar que en machos de una especie haya algunos de color azul, otros amarillos y algunos más de color naranja. Sin embargo, ese no es el caso de la lagartija “chintete” (Sceloporus horridus horridus), ya que tanto machos como hembras presentan cambios de color al mismo tiempo, algo que no es común de encontrar. Estas lagartijas podemos
encontrarlas en el centro de México, han sido vistas en la cuenca del río Balsas, en los estados de Oaxaca, Guerrero, sur de Puebla y en la región centro y sur de Morelos.
Se encuentran mayormente en áreas de selva baja caducifolia, lo que podría explicar sus colores opacos la mayor parte del tiempo, entre los que se encuentran colores grises, cafés, negros y blancos (figura 1).
Las “chintetes” se caracterizan por pertenecer a un grupo conocido como “lagartijas espinosas”, el club de las lagartijas en el que debes tener escamas puntiagudas que asemejen espinas para poder entrar; y pese a la intimidación que genera su aspecto en algunas personas, estas lagartijas son completamente inofensivas. Probablemente, sus colores también estén siendo malinterpretados por las personas, ya que los machos de esta especie presentan tres tipos de patrones de color: el azul (figura 2), el naranja y el amarillo (figura 3); estos colores se concentran principalmente en el área inferior de la garganta y parte de sus lados posteriores. A diferencia de algunas especies de serpientes, sus colores brillantes no son un sinónimo de peligro. Si bien su color no se relaciona con la presencia de venenos, sí se ha relacionado con el tamaño del cuerpo: los machos que tiene la garganta azul son los de mayor tamaño, mientras que los machos de garganta amarilla son los más pequeños.
Figura 1. Hembra de chintete (S. h. horridus) con sus colores observados durante la mayor parte del año.
Por otro lado, las hembras son más pequeñas que los machos (dimorfismo sexual) y presentan cambios de color principalmente en el área superior de la cabeza. Hasta el momento sólo se han caracterizado dos patrones que se basan en el color naranja y rojo (figura 4).
Algunas hembras mantienen su color base en todo momento, el café; la moda no es para todos, pero quizá estas hembras tengan sus motivos. En mi experiencia, en la realización de distintos estudios he podido observar una mayor pérdida de la cola en hembras con cabeza roja. La autotomía (autoamputación de algún miembro del cuerpo) es una estrategia de supervivencia, por lo que a simple vista podría mostrarnos que las hembras rojas reciben mayor cantidad de ataques, a diferencia de las hembras con cabeza café.
Figura 3. Chintetes macho (S. h. horridus) en época de reproducción: garganta naranja (izquierda) y garganta amarilla (derecha).
Llega verano y con él los cambios
Para las lagartijas “chintetes”, la temporada de verano es el momento idóneo para relucir sus mejores prendas, ya que durante los meses de marzo a julio se concentran en su temporada de reproducción. Pero como ya sabemos, los colores más intensos representan un gran reto, puesto que los machos y hembras con estas características deben tener la capacidad no sólo de desarrollarlos, sino también de mantenerlos, esto es debido a que la producción de color también conlleva un gasto energético y, con un mayor gasto de energía, se hace indispensable ser bueno en conseguir territorios de alta calidad; algo así como cuando nosotros buscamos una casa con buenos servicios de agua, luz, internet, drenaje, etcétera. Por lo tanto, para los “chintetes” el verano no sólo trae consigo cambios a nivel estructural, sino también de forma conductual. Si quieren dejar descendencia, las lagartijas luchan en varios frentes, deben defender su territorio y su alimento, alejar a posibles competidores y cortejar a varias posibles parejas, y todo mientras continúan escapando de la vista de los depredadores; nadie dijo que sería fácil.
Todo lo anterior hace que podamos observar un comportamiento más agresivo o dominante durante la temporada de reproducción. Si bien es fácil observar e intuir que los machos son quienes se vuelven más agresivos, es importante aclarar que las hembras también pueden tener estos comportamientos de dominancia. Las hembras pueden competir o defender áreas de mejor calidad de otras hembras, principalmente por las áreas de alimentación, de refugios, áreas de termorregulación y sitios de anidación. Son peleas como las que nuestros tíos tienen en la época de Navidad por los terrenos de los abuelos, pero nosotros no desarrollamos colores que nos indiquen la agresividad del otro. En lagartijas, las hembras que desarrollan colores llamativos suelen ser más grandes y agresivas, por lo que también suelen ser más dominantes con aquellas que son más pequeñas y poco coloridas.
Para las lagartijas, los colores son parte fundamental de su comunicación, sirven para poder identificar el sexo, la salud, sus capacidades, su agresividad, entre otras señales, pero en la reproducción es donde los cambios de color cobran mayor importancia. Para tal valioso objetivo se requiere de una importante elección, todo mundo quiere que su descendencia sea sana y se desarrolle de la mejor forma posible, y para las lagartijas, los colores llamativos pueden ser una señal de buena calidad genética. En este punto nos percatamos del valor de tanto sacrificio; en general, para las lagartijas, los colores brillantes son más atractivos por las múltiples señales de buena calidad. Esto es porque el desarrollo y mantenimiento de colores llamativos no es gratuito, como ya se ha mencionado antes, se requiere de buenas capacidades.
Por lo tanto, las hembras ven con mejores ojos a los machos con colores tan llamativos, pues lo asocian con un macho de alta calidad, capaz de ofrecer un territorio de buenas características donde pueden satisfacer sus necesidades. Hasta este punto pareciera que las hembras son interesadas, pero ¿qué hay de los machos? Ellos también suelen verse atraídos por ciertos colores, pero a diferencia de las hembras, los machos pueden relacionar su color y tamaño con la salud, y por consiguiente, con el tamaño y cantidad de huevos que pueden poner las hembras. Por lo tanto, hembras y machos son interesados, no por las mismas cosas, pero sí por un objetivo muy importante: ofrecer lo mejor a su descendencia.
Figura 4. Dimorfismo sexual.
Con todo lo ya mencionado, la presencia de varios colores hace que nos preguntemos, ¿por qué continúa habiendo más de un patrón de color?, es decir, la teoría nos habla de las ventajas que pueden existir de un patrón de color a otro distinto, lo cual eventualmente llevaría a que sólo uno prevaleciera, sin embargo, no es así. Aún los machos más pequeños o débiles no dejan de intentar conseguir pareja, cada uno puede tener sus propias estrategias que les permitan perpetuar sus genes. Un claro ejemplo de lo anterior se ha reportado para la “lagartija de costado manchado” (Uta stansburiana); en esta especie los machos también presentan tres patrones de color: azul, naranja y amarillo; pero a diferencia de las “chintetes”, en esta especie, los machos anaranjados son los más grandes.
Los machos amarillos son los más pequeños, por lo que han desarrollado principalmente estrategias conductuales, ellos no defienden un territorio, se adentran en el territorio de alguien más (principalmente el de los machos anaranjados) y se aparean con las hembras. Son muy listos. En cambio, los machos azules defienden un territorio menor en comparación al territorio que defienden los machos anaranjados, pero lo que les caracteriza es su capacidad de establecer alianzas con otros machos azules para defender sus territorios; la defensa de territorios pequeños y su estrategia de cooperación es buena para la detección de los machos amarillos. Finalmente, los machos anaranjados son los más agresivos y suelen competir bien contra los machos azules, pero cuidar un territorio grande los hace vulnerables a la infiltración de los amarillos. Pareciera una lucha de pandillas, pero son sólo unas inocentes lagartijas esforzándose por dejar descendencia.
Autor: Adán Martínez Torres.
Como podemos darnos cuenta, incluso los individuos que parecen competir en desventaja pueden sacar provecho de sus cualidades, los machos amarillos de la “lagartija de costado manchado” son un ejemplo de ello, incluso siendo apodados como “machos con zapatillas” ya que se cree que parte de su estrategia es aparentar ser otra hembra, lo cual no es difícil debido al tamaño de cuerpo similar, esto hace difícil su identificación cuando se adentra en territorio ajeno. Con esto aprendemos que hay distintas estrategias que pueden ser más o menos efectivas y nos demuestran que en ocasiones hacerla reír puede hacer que se le olvide que no son tan atractivos.
En cuanto a las “chintetes”, hace falta realizar estudios sobre el comportamiento tanto en machos como en hembras; tal vez nos demuestren estrategias diferentes que nos hagan admirar cada una de sus cualidades. Es una especie que a diferencia de la “lagartija de costado manchado” se ha encontrado más de dos patrones de color en las hembras, lo que podría sugerir tanto elección masculina como femenina, aumentando las incógnitas de lo que ocurre en esta especie.
En el mundo natural pocas cosas pueden ocurrir por casualidad, hasta los detalles que pensamos que no tienen importancia pueden ser el reflejo de una estrategia de supervivencia. Por todo lo ya mencionado, los distintos colores dentro de una misma especie resultan interesantes, nos dan un panorama de cómo ha actuado en ellas la selección natural y sexual, sobre todo en una especie donde los machos y hembras tienen distintos colores y tamaños. Debemos recordar siempre que la naturaleza es fascinante, colorida, misteriosa e importante, por eso ellas visten de gala.
Biól. Adán Martínez Torres / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Centro de Investigaciones Biológicas
Universidad Autónoma del Estado de Morelos