El agua es un recurso natural muy fácil de contaminar. Por eso es necesario protegerla desde su fuente y controlar las sustancias que se vierten en ella. Además, si no se toman las debidas precauciones, el agua puede transportar gran cantidad de virus, bacterias y otras sustancias químicas tóxicas, todas ellas nocivas para la salud.
Cuando el agua se utiliza para beber, en actividades del hogar, para aseo o para preparación de alimentos, los cuerpos superficiales y subterráneos de agua se ensucian. Esto representa un riesgo para la salud, así como la contaminación ocasionada por las descargas de sustancias químicas tóxicas y los plaguicidas.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) considera que, con acciones combinadas de saneamiento de agua e higiene, se puede reducir hasta el 80 % de las enfermedades de origen hídrico, así como la tasa de mortalidad que en la mitad de los casos está relacionada con la diarrea.
Se estima que unas 842 mil personas mueren cada año de diarrea como consecuencia de la insalubridad del agua, por saneamiento insuficiente o por mala higiene en el lavado de las manos. De esta cifra, alrededor de 361 mil de los casos se trata de niños menores de 5 años de edad. En las poblaciones donde el agua es de difícil acceso, en muchas ocasiones, sus habitantes consideran que lavarse las manos no es una prioridad, lo cual aumenta la probabilidad de estas enfermedades.
El Banco Mundial indicó que, en el año 2001, 3.7 % de las enfermedades en el mundo se debieron a la falta de agua limpia, saneamiento básico y hábitos de higiene adecuados. Por otra parte, el Informe Mundial de la Salud 2001 coincide con esta cifra, además de señalar que 4.3 % de las enfermedades del mundo se deben a padecimientos diarreicos.
Entre las enfermedades que se pueden transmitir a través del agua están la tifoidea, la hepatitis y el cólera. Sin embargo, se estima que se pueden reducir hasta el 33 % de las muertes si se cuenta con agua potable, higiene y saneamiento.
Si se consideran los gastos que representa la atención por enfermedades de origen hídrico, es más recomendable invertir en la dotación de agua potable que permita reducir dichas enfermedades y sus efectos adversos.
Existe diferencia entre los servicios públicos que se proporcionan en zonas rurales y los de zonas urbanas. En promedio la cobertura de agua potable en el país es de 89.2 %, mientras que la de saneamiento representa 85.2 %. Sin embargo, todavía existen aproximadamente 1.6 millones de personas sin acceso al agua potable y 7.2 millones que no cuentan con drenaje.
El suministro de estos servicios se relaciona directamente con las enfermedades infecciosas intestinales. Esto se puede observar en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca en donde, de acuerdo con información de la Organización Meteorológica Mundial y la Comisión Nacional del Agua, se cuenta con menor cobertura de los servicios de agua potable y drenaje, así como con mayor mortalidad por este tipo de enfermedades. Caso contrario sucede en Nuevo León, Aguascalientes y Coahuila. En México hay más cantidad de enfermos y personas que mueren por enfermedades transmitidas por el agua, que por no tener acceso a ella.
Es importante enseñar a la población no solo cuestiones técnicas y del uso eficiente del agua, no solamente a través de programas del sector salud orientados a disminuir enfermedades de origen hídrico en la población, sino también que el agua es un recurso indispensable para la vida, y que el uso que hagan de ella, para su higiene personal y de su medio, les permitirá una vida más saludable.
La cultura sobre el uso del agua debe ir de la mano con programas sobre salud pública que eleven el impacto de la información y sensibilización. Por ello es importante contar con una cultura hídrica que permita a las personas conocer la importancia del agua potable y su relación estrecha con la higiene para el cuidado de la salud.
El control de la influencia en la salud a través de una cultura hídrica tiene que ser el objetivo de programas, planes y acciones normativas de las dependencias gubernamentales. La OPS establece, en su fascículo Agua y Salud, que la disponibilidad de agua de calidad es una condición indispensable para la propia vida y, más que cualquier otro factor, la calidad del agua condiciona la calidad de la vida.
Tomando en cuenta la relación existente entre el agua potable y el impacto en la salud pública para el bienestar de la población, es importante realizar acciones sobre la implementación de programas que incluyan ambos aspectos. Es decir, considerar planes de cultura hídrica que tengan impacto en la salud pública, y que giren permanentemente en torno a estrategias de desarrollo sustentable. Todos ellos acordes a la situación de cada localidad, sin dejar de lado el contexto global, el cual incluye aspectos como el cuidado de la calidad del agua y la higiene en el consumo de alimentos. Además deben participar todos los involucrados de la sociedad.
M.A. Javier Lambarri Beléndez / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
M.I. Adriana E. Cruz Trillo / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, Jiutepec, Morelos, México.