El concepto de “destino” es tanto antiguo como popular. Es una idea que se ha aprovechado en muchas ocasiones y en una amplia variedad de materias, y la ciencia no es la excepción. De hecho, hasta hace poco tiempo se creyó que el destino poseía una maquinaria suficientemente minuciosa para trabajar a escalas muy, muy pequeñas, en la forma del destino celular. Como se concibió originalmente, este principio establecía que en el desarrollo de un animal las células poseen la capacidad de convertirse en cualquier tipo de tejido nervioso y muscular, pero poco a poco van comprometiéndose en un proceso conocido como diferenciación, hasta eventualmente ser incapaces de cambiar al llegar a la edad adulta. Bajo esta idea, era impensable que, por ejemplo, se pudiera transformar una célula de piel en una de riñón.
Aunque una gran cantidad de observaciones parecían demostrar eso, poco se entendía acerca de cómo era que una célula tomaba la decisión de “en qué debería convertirse”. Si todas las células en el cuerpo vienen de una embrionaria y todas poseen el mismo ADN –la molécula que guarda las instrucciones de cómo formar y mantener nuestro cuerpo– entonces, ¿qué hace que una célula elija su destino? ¿Es ésta una decisión irreversible? En aras de resolver esos misterios se hicieron los primeros clones de animales en la década de los cincuenta . Un clon es una copia genética de un individuo; los gemelos idénticos son clones, pues su ADN no guarda diferencia alguna. La clonación es el procedimiento por el cual se obtiene un clon. Estos experimentos, realizados en ranas, sugirieron que es crecientemente difícil clonar un organismo si las células con las que se trabaja han elegido ya su destino. Poniendo a prueba esto, y a pesar de que la clonación no era ya nada nuevo, en 1997 se presentó en sociedad al más famoso de todos los clones, la oveja Dolly . Este logro pertenece al científico británico Dr. Ian Wilmut y a su equipo, fruto de un inmenso esfuerzo ya que, con suerte, aproximadamente una de cada 300 clonaciones resultó exitosa.
Dolly resultó de usar el óvulo de una oveja con cara negra y una célula mamaria de otra con cara blanca, ambas adultas. Al primero se le sustituyó el núcleo, el cual se encuentra en el ADN, por aquél de la célula mamaria. Una vez hecho esto, y casi como para darle el toque de ciencia ficción, se sometió al óvulo a una descarga eléctrica. La nueva célula comenzó a reproducirse y se implantó en una tercera oveja (también con cara negra), misma que gestó al embrión , que generó una oveja idéntica a la de la donadora de núcleo, es decir, con cara blanca. Dicho de otra forma, se trasplantó la información de una célula diferenciada a una célula reproductora y se le reanimó para ver si era posible recuperar la capacidad de tomar decisiones que cualquier célula embrionaria tendría. El alumbramiento de Dolly encarnó esa, pues de esa célula se obtuvieron todos los tipos celulares necesarios para armar una oveja sana. Así, el Dr. Wilmut demostró que es posible cambiar el destino de una célula sin importar la etapa del desarrollo en que ésta se encuentre en mamíferos.
A partir de este descubrimiento el trabajo sobre el destino celular y su potencial para cambiar ha crecido en muchas direcciones. Entre éstas, se cuentan el desarrollo de métodos para reprogramar células (cambiar su destino), la búsqueda de los factores que promueven la elección del destino celular y la fabricación de anticuerpos humanos en otros animales para el tratamiento de enfermedades. Sin embargo, quizás el legado del trabajo del Dr. Wilmut reside en un principio común a los grandes descubrimientos científicos: aunque puede ser cómodo creer que las cosas funcionan de una manera, que están determinadas, mucho de lo que damos por hecho es un error. Quizás, entonces, el destino trabaje de forma distinta a la que suponemos.
ºLic. Berenice Jiménez Marín / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Laboratorio de Ecología Genómica
Centro de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México, campus Morelos.