Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

De la charca al laboratorio

Los anfibios han provocado misteriosa fascinación, ya sea por sus atractivos colores o por su irregular fealdad, así como por relatos fantásticos en los que se les asocia con la abundancia, la prosperidad, la fertilidad y la vida, hasta llegar a ser el ingrediente principal en el caldero de las brujas y el príncipe encantado en los cuentos de hadas.

Estos vertebrados descendientes de peces con aletas lobuladas colonizaron los ecosistemas terrestres y acuáticos hace aproximadamente 416 millones de años en el periodo Devónico, desarrollando con éxito excelentes estrategias de reproducción y sobrevivencia, sin embargo y lamentablemente, en la actualidad la mayoría de las especies de este grupo de animales u organismos están en peligro de extinción, lo cual se ha demostrado con la pérdida de docenas de ellas que ya se han extinto. En el mundo se calculan cerca de 6 mil 300 especies que se distribuyen principalmente en las zonas tropicales y subtropicales del planeta. En México habitan más de 290 especies de anfibios de los cuales los sapos y las ranas pertenecen al orden Anura, las salamandras, tritones y sirenas se encuentran dentro del orden Urodela, y las cecilias, peculiares anfibios parecidos a gusanos, pertenecen al orden Gymnophiona.

Los anfibios poseen un ciclo de vida complejo, ya que su reproducción y estados larvarios están asociados a cuerpos de agua, y su alimentación varía en comparación a su estado adulto, poseen una piel altamente permeable que facilita intercambio de gases con el medio ambiente, lo cual les permite regular su temperatura, mantenerse húmedos y les ofrece un excelente camuflaje, además los ayuda a luchar contra bacterias, hongos, parásitos y virus. Debido a que son sensibles a las perturbaciones ambientales estos organismos son capaces de brindarnos información acerca de la calidad ambiental, controlan a las poblaciones de invertebrados y mantienen el flujo de energía en los ecosistemas en donde ellas se desarrollan.

Esa piel pegajosa que tanta repugnancia da a los Batracofóbicos, llena de alucinantes colores, es una piel repleta de sorprendentes moléculas con actividades biológicas que les ayudan a enfrentar el ataque de microorganismos y depredadores, también secreta feromonas que les permiten encontrar pareja y aparearse mediante un ritual conocido como amplexo que es un abrazo pegajoso entre anfibios. Por ello y más han sido modelo de estudios para investigaciones ecológicas, fisiológicas, embriológicas y genéticas, además de las propiedades farmacológicas que algunos de los compuestos de su piel brindan a la sociedad desde el punto de vista médico y social.


De la mezcla de componentes secretados por sus pieles se han identificado 4 grandes grupos de moléculas, de los cuales se han logrado aislar componentes con actividades antibióticas como el de la salamandra Plethodon cinereus, moléculas tóxicas de la piel de la cecilia brasileña Siphonops paulensis o de la rana dorada Phyllobates terribilis, antiparasitarias como el aislado de la piel de la rana mexicana Hyla eximia, analgésicos como la epibatidina, un alcaloide caracterizado de la piel de la rana Dendrobates tricolor que es mucho más potente que la morfina o la dermofina aislada de la piel de la hermosa Phyllomedusa sauvagii, estas moléculas han resultado de interés científico y farmacéutico, ya que representan posibles herramientas para uso terapéutico en beneficio nuestro. Además de las moléculas antes mencionadas se han caracterizado componentes antifúngicos, citotóxicos, neuromoduladores, antiarrítmicos, antiinflamatorios, entre otros.

En el Instituto de Biotecnología de la UNAM se realizan estudios con secreciones de piel de anfibios, la búsqueda de novedosos componentes con actividades biológicas abren el panorama en la biotecnología. Actualmente se experimenta con las secreciones de piel de las ranas Trachycephalus typhonius conocida como “rana lechera” o “rana pimienta” ya que secreta una sustancia muy pegajosa, la cual provoca irritación, inflamación, dolor y ceguera temporal si las secreciones terminan en los ojos o en cualquier membrana mucosa. También se estudia a la rana Smilisca baudinii conocida como “rana mexicana de arból”, que de acuerdo con reportes de ranas de la misma familia pudiera tener componentes antimicrobianos y analgésicos, así mismo se experimenta con la secreción de una cecilia Dermophis mexicanus también conocida como “tapalcua” la cual no ha sido estudiada bioquímicamente.

Las secreciones de estos anfibios son obtenidas mediante estimulación manual, dándoles un baño con agua, posteriormente la secreción se deshidrata mediante un proceso llamado liofilización y se almacena a -20 °C para evitar que los componentes se degraden. Debido a que la secreción del anfibio es una mezcla de componentes, es necesario separar cada uno de ellos para conocer su función biológica y estructura química. Esto se realiza mediante una técnica conocida como cromatografía líquida de alta presión siendo el método más socorrido el de fase reversa (RP-HPLC), de esta manera se obtienen componentes puros con el propósito de hacer pruebas con cada uno de ellos y saber si tienen actividades farmacológicas interesantes. Otros laboratorios, como la Unidad de Proteómica del IBt, han analizado las secreciones de anfibios en busca de posibles antibióticos que generalmente son proteínas pequeñas que pueden internarse en las membranas celulares de bacterias, formar poros y provocar la muerte de los microbios. Otras actividades de tipo enzimático en las secreciones son proteasas, moléculas que tienen la capacidad de degradar proteínas, fosfolipasas capaces de facilitar la hidrólisis de lípidos o grasas, hialuronidasas enzimas denominadas “factores de dispersión” que facilitan la entrada de toxinas y otras moléculas en los tejidos, también se han realizado pruebas de analgesia y de componentes tóxicos que pudieran reconocer blancos de interés clínico, ser utilizados como fármacos y mejorar el conocimiento de canales o receptores celulares.

Por ahora se sigue en la búsqueda de moléculas novedosas provenientes de la piel de varios anfibios con posible potencial biotecnológico. Aún así, una gran cantidad de maravillosas moléculas en la piel de estos habitantes de pantanos y lodazales permanecen sin conocerse, por eso resulta tan interesante asomarse a la charca al escuchar el canto de las ranas.

 


ºBiól. Selma Margarita Jurado Reyes / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
ºM. en C. Francia García García / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
ºDr. Gerardo Corzo Burguete / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Instituto de Biotecnología Universidad Nacional Autónoma de
México, campus Morelos