Más de un lector de esta revista ha jugado fútbol o básquetbol en sus ratos de esparcimiento. Alguno de ustedes será muy bueno defendiendo la portería o enviando pases a sus compañeros, pero siempre habrá un jugador que todos recuerdan: el goleador o el encestador por naturaleza. Me refiero a ese amigo o amiga que tiene la habilidad para saber exactamente cómo pegarle a la pelota para meterla en la portería o para encestar en el aro. Detengámonos un momento y pensemos, ¿habrá algún otro deporte donde sea más difícil atinarle a la portería, canasta o blanco? ¿Pensaron en alguno? A mi se me ocurrió uno, el tiro con arco.
Aquellos que no lo conozcan con ese nombre, estoy seguro que habrán jugado dardos o conocerán la historia de Robin Hood, en donde a determinada distancia se usa un arco para lanzar una flecha hacia un blanco. Mientras más cerca del blanco caiga la flecha mejor es el tiro. La verdad creo que lanzar la flecha 50 m y además atinarle a un blanco que no tiene más de 10 cm de diámetro es igualmente meritorio que un gol de media cancha, ¿no creen?
Obviamente en esta colaboración no pretendo discutir en qué deporte puede ser más complicado encestar, meter un gol o atinarle a un blanco, sino en saber cómo le hace un fármaco para aliviarnos de alguna enfermedad que podamos padecer. En este momento, estoy seguro que más de uno pensó: “nos va a platicar de cómo funciona una medicina, entonces
¿Para qué me habló de anotar en una portería?”. Bueno, les pido que sigan leyendo para convencerlos que ambas cosas se parecen.
¿De qué tamaño es el balón y la portería que se quiere atacar?
La idea que quiero plantearles es: si sabemos que hay microorganismos que nos enferman, lo obvio es querer eliminarlos. Hay varias opciones que podemos utilizar para evitar que entren en nuestro cuerpo por ejemplo, lavarnos las manos antes de comer y después de ir al baño, lavar bien los alimentos, cocinarlos a la perfección, tomar agua purificada, entre otros. Pero por mucho que hagamos para limpiarnos siempre estaremos expuestos a entrar en contacto con microorganismos que nos pueden ser dañinos. Tal vez algunos al ver sus manos piensen: “se ven limpias, yo creo que no pasa nada si no me las lavo”. El punto importante que tienen que comprender es que la palabra “microorganismo” hace referencia precisamente a su tamaño “micro”. La palabra microorganismo o microbio viene de la unión de palabras griegas micros (pequeño) y bios (vida). Entonces, un microbio o microorganismo es un pequeño ser con vida pero ¿qué tan pequeño es?
Los microorganismos vienen en distintos tamaños y formas. Si imaginamos que partimos una regla de un metro de longitud en mil pedazos, cada uno de éstos lo llamamos un milímetro. Ahora si partimos uno de estos milímetros en otros mil pedazos a cada uno de estos nuevos pedacitos les decimos micrómetros. Las bacterias que te enferman tienen aproximadamente el tamaño de micrómetros. En este momento, puedes entender que cada vez que te ves las manos y piensas que están limpias en realidad no ves a los microorganismos que te enferman debido a que son muy pequeños.
Ahora que vimos de qué tamaño son, tengo que decirte que aunque pareciera que ya conocemos la portería de la que te hablaba, aún no la encontramos realmente. La portería donde queremos atacar a los microorganismos es aún más pequeña, se trata de algunas partes diminutas que los componen y que son importantes para que sigan vivos. En este caso en particular, te hablaré de las proteínas como aquellas porterías que quiero atacar usando fármacos como balones.
Anotando goles a los microorganismos
Cuando una persona se enferma corre al médico y este le receta un fármaco, el cual hace que la persona mejore, pero ¿alguna vez has pensado en cómo lo hacen? Se podría decir que cada fármaco ataca a una parte de los microorganismos que hace que estos mueran y la persona se alivie.
Las personas que estudiamos como interactúan los fármacos con las proteínas hacemos uso de un jugador (un programa) que llamamos acoplador o docking. Éste prueba donde se podría
pegar el fármaco en una proteína de nuestro interés, y al finalizar nos dice en que parte de la proteína pudo anotar un gol. Entonces, empleando la información de nuestro jugador podemos comprender como el fármaco interactúa con la proteína y así proponer cambios que puedan mejorar su efecto.
Para finalizar quisiera decirte que lo mejor de todo es que desde tu computadora puedes aprender cómo los fármacos y las proteínas interactúan entre sí. Existen programas gratuitos (VMD, pymol o chimera UCSF ) que te permiten observar como es que se lleva a cabo esta interacción. Las figuras adjuntas a este artículo fueron creadas con el uso de dichos programas, así que si estás interesado en encontrar blancos tú también lo puedes hacer.
Representaciones de la proteína de unión a penicilina del Staphylococcus aureus en complejo con la ampicilina.
ºDr. César Millán Pacheco /Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Facultad de Farmacia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos