Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Bagre de Balsas y Mojarra Criolla

Desplazamiento de hábitat de especies nativas


Texto y fotos Dr. Jorge Luna Figueroa.
Laboratorio de Acuicultura Centro de Investigaciones Biológicas de la UAEM. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

En México el estudio de especies nativas, como el bagre del Balsas Ictalurus balsanus y la mojarra criolla Cichlasoma istlanum, presenta serias restricciones debido a la prioridad por aquellas con potencial económico, generalmente introducidas; no obstante, existen especies nativas que requieren atención dirigida a investigar sus requerimientos nutricionales, el crecimiento y la reproducción en condiciones controladas.
La ubicación de México y su topografía accidentada han favorecido el desarrollo de una gran diversidad de cuerpos de agua así como de una biota diversificada y rica en especies nativas. En la cuenca del Balsas, en Morelos, existen actualmente 21 especies ícticas, pertenecientes a 8 familias y 16 géneros, 4 de los cuales son endémicos, 4 nativos y 13 exóticos. En el caso particular del bagre del Balsas (especie endémica) y de la mojarra criolla (nativa) son especies que pertenecen a las familias Ictaluridae y Cichlidae respectivamente, y se encuentran distribuidas en la cuenca del río Balsas.
La importancia de especies dulceacuícolas como el bagre del Balsas y de la mojarra criolla reside primordialmente en ser parte de la alimentación de los habitantes en los principales cuerpos de agua del estado de Morelos y en que son patrimonio endémico de la región, al formar parte de la ictiofauna (poblaciones de peces) de la cuenca del río Balsas.

Cada vez son menos y de menor talla

Actualmente, en la porción de la subcuenca del río Amacuzac que atraviesa al estado de Morelos, es alarmante la forma en que ha disminuido la pesquería del bagre del Balsas y de la mojarra criolla, encontrando cada vez más reducidas las capturas y de menor talla los ejemplares; consecuencia de la utilización inadecuada de métodos de captura, la sobreexplotación del recurso, la contaminación del medio y la introducción de especies exóticas que han desplazado a la mojarra criolla de lugares donde hasta hace algunos años eran abundantes. Aunado a lo anterior, el crecimiento de la mancha urbana, las pesquerías, la utilización inapropiada de ríos y manantiales, la deforestación y la eutrofización (incremento de sustancias nutritivas en aguas dulces de lagos y embalses, que provoca un exceso de fitoplancton) han causado un gran deterioro en los recursos acuáticos de la región; consecuencia de lo anterior es que especies como I. balsanus, C. istlanum, Poeciliopsis balsas entre otras fueron descritos en lugares donde en la actualidad es imposible encontrar peces, lo cual representa el grado de deterioro de los recursos acuáticos de la región y el riesgo para la fauna dulceacuícola.

Especies ícticas exóticas (especies provenientes de áreas físicamente distantes) introducidas en el río AmacuzacExiste una gran cantidad de especies exóticas introducidas en el río Amacuzac, en parte debido a negligencia y mal manejo de granjas acuícolas. Entre estas especies podemos mencionar al pez convicto Cichlasoma nigrofasciatum, el terror verde Aequidens rivulatus y el limpia paredes Plecostomos sp, las cuales fueron introducidas a México (de Centro y del Sur de América) con fines ornamentales, las cuales han provocado un alteraciones en la presencia y abundancia de las especies nativas.
Es importante mencionar que el estado de Morelos es considerado el mayor productor de especies ícticas ornamentales del país, categoría que compromete no solo a mantener elevadas producciones de peces sino a desarrollar estrategias de manejo y control para evitar invadir ambientes naturales como ríos, arroyos y lagos, entre otros, con el conocido efecto negativo de desplazamiento y en algunos casos en desaparición de especies nativas de su hábitat natural.

Sin duda la conservación del hábitat y de sus especies requiere de la conciencia y del trabajo de cada individuo de la sociedad. No es posible la utilización irracional de los recursos naturales y al mismo tiempo pretender conservar en buen estado los ambientes terrestres y acuáticos. Un claro ejemplo de esto lo representa la vida acuática, la cual en muchos casos no advertimos y esto nos hace pensar y actuar como si careciera de importancia o no existiera, cuantas veces no pensamos en los grandes mamíferos y alzamos la voz para exigir su protección, pues bien en el caso de los peces y de otros muchos organismos debería ser lo mismo, recordemos que la importancia de una especie va más allá de su tamaño y que precisamente la perdida de especies no debe de permitirse.
Basta recordar que estas especies nos han acompañado o mejor dicho las hemos acompañado a través del tiempo en nuestro planeta, el cual pareciera cada vez más pequeño para soportar nuestras actividades, con efecto generalmente negativo sobre las especies con las que convivimos. Por lo que todos los esfuerzos para proteger el hábitat y sus especies serán bienvenidos, y en este caso en particular, el manejo en cautiverio de los bagres del Balsas y las mojarras criollas se continuará para bien de estas especies.


Jorge Luna-Figueroa es originario de Juliantla Gro., México. Biólogo egresado de la Facultad de Ciencias Biológicas (UAEM), realizó estudios de Maestría y Doctorado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Actualmente labora en el Laboratorio de Acuicultura del CIB-UAEMor. Su especialidad es la Acuicultura, particularmente reproducción y crecimiento de especies nativas y ornamentales.